divendres, 24 d’octubre del 2008

no hay tiempo.

horas antes, un reloj sin cuerda marcada estoicamente las cuatro y treinta y siete.

en la radio reponían el programa y decían que sobre la una entrevistarían al escritor. el reloj, marcaba las tres y cincuenta y siete; nadie circulaba ya a esa hora, y probablemente nadie circularía en las próximas dos horas.
mejor si me quedaba a dormir allí, a su lado, tampoco tenía demasiadas opciones, ya no formaba parte del resto del mundo.

horas más tarde, el reloj seguía marcando las cuatro y treinta y siete.